domingo, 30 de octubre de 2011

Reservoir dogs, de lo mejor de Tarantino


 [AVISO SPOILERS]
Una visión didáctica de la violencia, concienciada y atrevida. Manifiesto en contra de la  violencia fácil, a la que estamos acostumbrados, incluso, y en un buen 80% de la producción mundial, en las películas posteriores del mismo director.  Sin reparos nos muestra lo que ocurre en esa típica escena de tiroteo sobre el coche de la policía, que finalmente se queda atrás mientras huyen los bandidos. La cámara en el interior nos enseña la aniquilación de ambos funcionarios de una forma tan cruel y sin embargo tan natural y consecuente con el hecho descrito, que se rompe la coraza de indiferencia y se empieza a sentir aversión por la narración en modo colegueo con el supuesto tipo duro al margen de la ley. Una lección dada con crudeza como una declaración de repugnancia por nuestra sociedad. No se nos debe la mínima cortesía. En nuestro estado de entumecimiento mental, la generosidad del director se mide con el grado de malestar general que transmita.
Una clara exposición sobre los buenos y los malos. Sin maniqueísmos, en un contexto que tomado fuera de la sala de cine a todos se nos hace obvio. Sin embargo, como siempre, también movido por esa tensión tan bien lograda, uno se deja llevar al comienzo de la película, por la complicidad que se establece entre personajes protagonistas y espectador. Todo correcto hasta que se desvela la verdadera identidad del personaje infiltrado en la banda de salvajes atracadores, un policía que pretende dar el chivatazo. Desde ese momento la angustia que habíamos vertido en apoyar el éxito del crimen y la salvación de sus perpetradores se vuelve contra nosotros dándonos una bofetada y se redirige hacia el seguimiento de la supervivencia de este hombre solo, metido hasta el fondo dentro de la boca del lobo. El resto de escenas –incluido el macabro baile de la oreja- parecen ser tan solo una muestra de las dimensiones de aquello con lo que nos habíamos lavado las manos. Se trata de un film noir tomado en serio, sin las seducciones del blanco y negro: no hay descanso donde olvidar el crimen: ni vida paralela del detective venido a menos, ni bella misteriosa. El sacrificio poco común de observar la realidad sin pestañear. 
Una historia escalofriante sobre la a mistad. La película, muestra a base de flashbacks y una última escena lineal, los acontecimientos que rodean el atraco de un banco. Se disponen las experiencias de cada miembro pero gradualmente la de dos personajes irá cogiendo peso, hasta convertirse en el nudo único de la película antes del desenlace. Es la historia del señor Blanco, asesino y ladrón y el señor Naranja policía. Cuando las cosas se ponen muy feas, el señor Blanco da la cara movido por una amistad visceral da la cara frente al resto de delincuentes por el señor Naranja creyéndolo uno de ellos. Una rasgo de nobleza que nos hace preguntarnos como ha podido pasar por alto la degradación de este personaje. Sin embargo es lastimosamente verosímil. Y en el apogeo de esta situación desenfrenada se observará el estallido de ambas caras del personaje. Traicionado por sus propios sentimientos, portador de su trayectoria delictiva, completamente solo, en una escena descorazonadora, donde el análisis de la degeneración colapsa por su intensidad, dando punto final a la película.
Otros aspectos de interés son la exposición, de la chapuza total del asunto, reflejo de la corrupción de los participantes, y la propia imperfección de las facultades del policía, que lleva a igualarlos como seres habitantes de una atmósfera frágil, donde el menor error desencadena las peores circunstancias; el crimen como un mundo sin refugio para todos los que se acercan a él.
Por otra parte la música es una selección formidable, que por su calidad ofrece un contrapunto rebosante de ironía a las escenas de brutalidad que acompañan y despiadado en la escena inicial cuando parece  describir con su música alegre el destino truncado que les aguarda, en su autocomplacencia criminal, a pesar de sus precauciones.
Una gran película que en mi opinión debería seguir entre paréntesis al nombre de Quentin Tarantino en lugar de títulos como Kill Bill o Pulp Fiction. Por su calidad formal, y su planteamiento revolucionario y necesariamente perturbador.

Por Estrella Pérez para Call of Music!

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