[AVISO SPOILERS]
Una visión didáctica de la violencia, concienciada y atrevida. Manifiesto en contra de la
violencia fácil, a la que estamos acostumbrados, incluso, y en un buen
80% de la producción mundial, en las pelÃculas posteriores del mismo
director. Sin reparos nos muestra lo que
ocurre en esa tÃpica escena de tiroteo sobre el coche de la policÃa, que
finalmente se queda atrás mientras huyen los bandidos. La cámara en el interior
nos enseña la aniquilación de ambos funcionarios de una forma tan cruel y sin
embargo tan natural y consecuente con el hecho descrito, que se rompe la coraza
de indiferencia y se empieza a sentir aversión por la narración en modo
colegueo con el supuesto tipo duro al margen de la ley. Una lección dada con
crudeza como una declaración de repugnancia por nuestra sociedad. No se nos
debe la mÃnima cortesÃa. En nuestro estado de entumecimiento mental, la
generosidad del director se mide con el grado de malestar general que transmita.
Una clara exposición sobre los buenos y los malos. Sin maniqueÃsmos, en un contexto que tomado fuera de la sala de
cine a todos se nos hace obvio. Sin embargo, como siempre, también movido por
esa tensión tan bien lograda, uno se deja llevar al comienzo de la pelÃcula,
por la complicidad que se establece entre personajes protagonistas y
espectador. Todo correcto hasta que se desvela la verdadera identidad del
personaje infiltrado en la banda de salvajes atracadores, un policÃa que
pretende dar el chivatazo. Desde ese momento la angustia que habÃamos vertido
en apoyar el éxito del crimen y la salvación de sus perpetradores se vuelve
contra nosotros dándonos una bofetada y se redirige hacia el seguimiento de la
supervivencia de este hombre solo, metido hasta el fondo dentro de la boca del
lobo. El resto de escenas –incluido el macabro baile de la oreja- parecen ser
tan solo una muestra de las dimensiones de aquello con lo que nos habÃamos
lavado las manos. Se trata de un film noir tomado en serio, sin las seducciones
del blanco y negro: no hay descanso donde olvidar el crimen: ni vida paralela
del detective venido a menos, ni bella misteriosa. El sacrificio poco común de
observar la realidad sin pestañear.
Una historia escalofriante sobre la a mistad. La pelÃcula, muestra a base de flashbacks y una última escena
lineal, los acontecimientos que rodean el atraco de un banco. Se disponen las
experiencias de cada miembro pero gradualmente la de dos personajes irá
cogiendo peso, hasta convertirse en el nudo único de la pelÃcula antes del
desenlace. Es la historia del señor Blanco, asesino y ladrón y el señor Naranja
policÃa. Cuando las cosas se ponen muy feas, el señor Blanco da la cara movido
por una amistad visceral da la cara frente al resto de delincuentes por el
señor Naranja creyéndolo uno de ellos. Una rasgo de nobleza que nos hace
preguntarnos como ha podido pasar por alto la degradación de este personaje.
Sin embargo es lastimosamente verosÃmil. Y en el apogeo de esta situación
desenfrenada se observará el estallido de ambas caras del personaje.
Traicionado por sus propios sentimientos, portador de su trayectoria delictiva,
completamente solo, en una escena descorazonadora, donde el análisis de la
degeneración colapsa por su intensidad, dando punto final a la pelÃcula.
Otros aspectos de interés son la
exposición, de la chapuza total del asunto, reflejo de la corrupción de los
participantes, y la propia imperfección de las facultades del policÃa, que
lleva a igualarlos como seres habitantes de una atmósfera frágil, donde el
menor error desencadena las peores circunstancias; el crimen como un mundo sin refugio
para todos los que se acercan a él.
Por otra parte la música es una selección formidable, que por su calidad ofrece
un contrapunto rebosante de ironÃa a las escenas de brutalidad que acompañan y
despiadado en la escena inicial cuando parece
describir con su música alegre el destino truncado que les aguarda, en
su autocomplacencia criminal, a pesar de sus precauciones.
Una gran pelÃcula que en mi opinión deberÃa
seguir entre paréntesis al nombre de Quentin Tarantino en lugar de tÃtulos como
Kill Bill o Pulp Fiction. Por su calidad formal, y su planteamiento revolucionario
y necesariamente perturbador.
Por Estrella Pérez para Call of Music!
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